Factores de Riesgo y de Protección

FACTORES DE RIESGO

En la manifestación del TDAH influyen factores genéticos y ambientales. Es muy importante que los conozcamos para poder entender cómo se puede mejorar el funcionamiento de las personas con TDAH. Veamos algunos de ellos:

  • Factores genéticos: Sabemos que un 75% del origen del TDAH está en la información genética que una persona recibe de sus padres (heredabilidad). Esto explica que sea muy habitual que en una misma familia existan varios miembros afectados de TDAH. El grado de afectación puede variar pero existe evidencia científica para decir que hay varios genes asociados al TDAH. Se han identificado los genes DRD4 y DAT1.Sólo predisponen a padecer TDAH y la magnitud del efecto de cada gen es mínimo. Los genes interactúan entre sí y con los factores ambientales.
  • Factores ambientales: Hay una serie de factores ambientales que se han relacionado con la presencia del TDAH. Algunos ocurren durante el embarazo (exposición a tóxicos por parte de la madre, como el alcohol o la nicotina), en el parto y postparto (sufrimiento fetal por falta de oxigenación, prematuridad, bajo peso al nacer, infecciones del sistema nervioso central, traumatismo cerebral).

FACTORES DE PROTECCIÓN y PRONÓSTICO

En la evolución del TDAH hay factores protectores y otros que contribuyen a un peor pronóstico. Entre los factores protectores podemos citar:

  • La familia: un entorno familiar bien estructurado, con una relación entre padres e hijos bien consolidada, es clave en el futuro de la persona con TDAH. Establecer unas normas claras y firmes en la convivencia familiar, determinar cuáles son  las prioridades educativas por parte de los padres, evitar disparidad de criterios,  aplicar un equilibrio entre la disciplina y el afecto, ser comprensivos pero firmes, anticipar las consecuencias de los actos, utilizar el refuerzo positivo, posibilitar que el niño explore y desarrolle sus intereses particulares, son algunos de los elementos a tener en cuenta por una familia que convive con algún miembro con TDAH

De la misma manera, cuando se trate de una persona adulta, la familia es una importante pilar de apoyo y soporte emocional. La pareja,los hijos/as y otros familiares de la persona con TDAH pueden ser una ayuda imprescindible para que la adaptación y funcionamiento sean adecuados. Para ello es importante el conocimiento del trastorno sin culpabilizair al que lo padece.

  • Salud mental de los padres: es muy habitual que los familiares de las personas con TDAH sufran un considerable desgaste emocional por las experiencias vividas y fracasos acumulados, o por no conocer mecanismos o recursos que ayuden a afrontar los problemas que han ido surgiendo. No podemos olvidarnos del soporte emocional a esa familia. Es imprescindible fortalecer la salud mental de todos, reservar un tiempo para disfrutar de lo que a cada uno le gusta, asegurar un descanso con sueño reparador, practicar ejercicio físico, fortalecer las relaciones sociales y tener momentos de enriquecimiento personal. Una actitud excesivamente protectora y paternalista hacia los hijos/as no contribuye al fomento de su autonomía, genera una carga excesiva de estrés en los padres y no prepara al niño/a para la vida adulta. Desde el mismo momento del diagnóstico debemos trabajar para que el menor se vaya entrenando y adquiriendo recursos que le ayuden a minimizar las dificultades que el TDAH le puede acarrear y a poner en valor lo mejor de sí mismo.
  • Diagnóstico precoz: las personas que padecen TDAH tienen problemas, más o menos importantes, en función de la intensidad con la que los síntomas se presenten  y dependiendo, también, de los recursos psicológicos que esa persona tenga, del entorno en el que viva y de si presenta otras patologías asociadas.

Una vez dicho esto, es lógico pensar que cuanto más tiempo tardemos en admitir que existe un problema, más tarde se encontrará la solución. Culpabilizar a la familia o al que lo padece, negar la situación o pensar que es algo que mejorará con el tiempo, no hace más que agravar la situación. Por ello es prioritario que, ante la mínima sospecha de que uno de nuestros familiares puede padecer un TDAH, recurramos a un profesional clínico que tenga experiencia y formación  suficiente para obtener información. Conocer los recursos existentes, la naturaleza del trastorno y sus posibilidades terapéuticas,  ayudarán a tomar decisiones que encaminen a resolver los problemas cuanto antes.

  • Tratamiento individualizado: En líneas generales, sabemos que el tratamiento del TDAH se fundamente en tres pilares fundamentales que son el tratamiento farmacológico, el psicológico y el psicopedagógico. Pero no debemos olvidar que cada persona tiene unas necesidades individuales que varían a lo largo de su vida. Por ello es clave adaptar el tratamiento a esa situación personal, valorar cuáles son las dificultades y encaminar el tratamiento a ellas. No todas las personas con TDAH se benefician del mismo tratamiento. De ahí la importancia de una valoración individual.
  • Promoción de la salud y prevención: las personas con TDAH presentan un riesgo mayor que la población general para desarrollar otras enfermedades o accidentes. La propia sintomatología del TDAH es favorecedora de que eso suceda. Existe mayor riesgo de consumo de sustancias tóxicas, de accidentes laborales y de tráfico, de hábitos de vida poco saludables, e incluso de mal control de las enfermedades crónicas. Es importante establecer medidas de promoción de la salud y prevención de la enfermedad. De ahí la importancia de trabajar con niños/as y jóvenes en el conocimiento de medidas de prevención y fomento de una vida sana.
  • Cociente intelectual: las personas con TDAH y alta capacidad suelen tener mejor pronóstico en el sentido de que pueden compensar, en cierta manera y durante un tiempo, las dificultades atribuidas al déficit de atención. Las personas con TDAH y Cociente Intelectual bajo suelen tener un pronóstico peor por las dificultades añadidas al proceso de aprendizaje. Weiss y Hechtman (1993) determinaron que el cociente intelectual existente en la infancia, sumado a otros factores, influye en el pronóstico que el menor con TDAH tendrá en la edad adulta.
Factores de mal pronóstico
  • Tipo de TDAH: El tipo predominantemente hiperactivo-impulsivo tiene peor pronóstico así como aquellos TDAH cuyos síntomas sean graves. (Moffitt,1990; Lynskey y Fergusson, 1995; Babinski et al., 1999; Merrell y Tymms, 2001).
  • Enfermedad mental en los padres: Si los padres padecen algún tipo de psicopatología, sobre todo si tienen TDAH, hay un incremento del riesgo de que los menores desarrollen problemas emocionales en la adolescencia (August et al., 1983; Biederman et al., 1996; Fergusson et al., 1996; Fischer et al., 1993; Lambert et al., 1987; Paternite y Loney, 1980; Taylor et al., 1996; Weiss y Hechtman, 1993).
  • Hostilidad y conflictividad en las relaciones familiares se asocian a peor pronóstico  (Weiss y Hechtman, 1993).
  • Patología comórbida: Esto significa la presencia simultánea de otro trastorno junto al TDAH. Los trastornos que empeoran más el pronóstico del TDAH son el Trastorno Negativista Desafiante, Trastorno de Conducta, Abuso de Sustancias, Trastorno Bipolar (Biederman et al., 2001).

 

      Imprimir